EDUCACIÓN PÚBLICA MADRILEÑA, ¿RECORTES o LIQUIDACIÓN?
La excusa perfecta se hizo presente para los que soñaban con un escenario más fácil aún para liquidar la Escuela Pública: llegó la crisis económica y se endureció lo bastante como para reblandecer las resistencias individuales.
Durante los años anteriores, la bonanza económica permitió implementar políticas de apoyo a la iniciativa privada para que fuera creciendo y cogiendo posición, arrebatando poco a poco el espacio a la Escuela Pública y esperando el momento apropiado para asestar el golpe definitivo.
Muchas personas que escuchaban los avisos de privatización de la enseñanza en determinadas Comunidades Autónomas, especialmente en la de Madrid, no creyeron o dudaron del alcance y profundidad sobre el asalto a la Escuela Pública. Ahora, para algunas personas es tarde para
actuar y, para otras, la resignación cunde en sus ánimos.
Antes, las actuaciones podían pasar desapercibidas al estar enmascaradas con grandes titulares demagógicos, como el tan usado de “la libertad de elección de centro”; ocultas tras denominaciones poco agresivas, como “la gestión indirecta”; o protegidas por parecer difícilmente criticables,
como “la financiación directa a las familias”. Ahora, para quienes no veían o no querían ver, todo ello cobra cuerpo de repente como partes de un conjunto.
Ahora, cuando los tiempos de bonanza económica no permiten enmascarar las actuaciones dando un pequeño margen de subsistencia a las que deben mantenerse en términos razonables para
no dejar todo al descubierto, se desvela la verdadera naturaleza de lo que ha venido sucediendo.
En nuestra Comunidad Autónoma, el ataque contra la Escuela Pública está llegando a sus batallas más decisivas.
Ya realizaron un trasvase de la clase media a los centros privados por la vía de los conciertos, favoreciendo la selección del alumnado para separarlo del perteneciente a las clases más bajas y desfavorecidas, aquel que no quieren escolarizar los centros privados y que debe ser atendido, desde la óptica de los excluyentes, en la Escuela Pública. Y se han ido cerrando centros públicos, o
fusionándolos después de dejarlos sin apenas alumnado, mientras potenciaban la puesta en marcha de centros privados, que han nacido con el concierto antes de iniciar
su actividad. Les han dado terrenos, subvenciones, convenios, transferencias económicas directas, posibilidades de conseguir sus objetivos con facilidad, clientela debidamente
dirigida y que esperaba una salida en zonas donde no existían alternativas de escolarización, retrasos en las construcciones públicas para que llegaran antes las privadas, cheques directos a las familias en lugar de plazas públicas, desgravaciones fiscales en lugar de gratuidad de la enseñanza en centros públicos,…
Ahora que algunas familias de clases sociales más elevadas parece que también pueden tener dificultades económicas, se amplían los regalos fiscales para que puedan mantener los pagos de los centros privados y no
se vayan a los centros privados concertados, y para que desde estos no regresen a la Escuela Pública. Cualquier cosa para que la empresa privada no sufra mermas y que la Escuela Pública se encuentre cada vez más cerca de ser la escuela residual y marginal que desean. Es decir, mantener los privilegios de la clase dominante.
Es más, los que ahora se consideran a salvo, sólo tienen que esperar un poco para ser el siguiente objetivo, si es que ya no lo son. Ahora le toca a la Escuela Pública, después
llegará el turno para una buena parte de la privada concertada. En el horizonte final, sólo se encuentra el cheque escolar y la educación para quien la pueda pagar.
Según dicen, no hay dinero para todo. Nosotros estamos de acuerdo, pero no sólo ahora, pues nunca es ilimitado. Lo que ocurre es que la crisis económica no les ha dejado sin dinero
para todo, sino sólo para lo que no quieren atender. Es decir, por un lado les ha permitido justificar sus actuaciones y, por otro, les ha obligado a favorecer con más descaro y de forma más visible a quienes quieren apoyar. Mientras, utilizando su lenguaje, se “recortan” en la Escuela Pública las inversiones en construcción de nuevos centros públicos, se dejan sin abordar muchas de las reformas necesarias, no llegan las becas de comedor y se reducen las que se acabarán entregando algún
día, desaparecen rutas de transporte escolar, se rescinden contratos de interinos, se quitan cupos de profesorado, se declara a extinguir toda la atención a la diversidad desapareciendo
desdobles y apoyos,…; y a la vez, se da más y más dinero a la iniciativa privada y se gastan mayores cantidades en campañas mediáticas de imagen.
En educación no es que haya menos, es que la balanza se ha inclinado aún más.
Pero el ataque final, es decir, la liquidación, no puede pasar desapercibida si hay quien la denuncia. Por eso son tan peligrosas para sus intereses las organizaciones que defienden
la Escuela Pública y que no se resignan a ver cómo se la desmantela.
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