Crisis: ¿De verdad hemos vivido estos años por encima de nuestras posibilidades?

No se pueden pedir más sacrificios a los sacrificados, sobre todo cuando quien los pide vive en la opulencia. ¿Cuántos “sacrificios dolorosos” más ha de asumir la mayoría ciudadana para que las élites ricas, la minoría privilegiada, continúen logrando sus obscenos beneficios?

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Con la exigencia de recortes sociales para reducir los déficits, un mensaje recurrente intoxica Europa: los ciudadanos han vivido por encima de sus posibilidades y esto ha de acabar. Jerzy Buzek, presidente del Parlamento Europeo, remata el infundio sin que le tiemble un párpado: Los ciudadanos deben asumir “reformas y sacrificios dolorosos” para salir de la crisis.




Un argumento redondo, ¿no? Nos hemos excedido y ahora toca sacrificarse. ¿Cuánta verdad hay ahí? Ninguna. Lo que sí es cierto, por ejemplo, es que en la Unión Europea ya hay más de 80 millones de personas bajo el umbral de la pobreza. Y creciendo.



¿Cuántos “sacrificios dolorosos” más ha de asumir la mayoría ciudadana para que las élites ricas, la minoría privilegiada, continúen logrando sus obscenos beneficios? Esa minoría de 10 millones en el mundo que posee un millón de dólares o más. Contra 6.500 millones de ciudadanos.



En Estados Unidos, según Daniel Raventós, el precio de los salarios ha descendido a niveles de 1948. En España, el 63% de los asalariados cobra un salario bruto de 1.100 euros mensuales; netos, poco más de novecientos. Si un alquiler de vivienda barato son 400 o 500 euros, ¿cuánto le queda a la mayoría trabajadora para vivir? Es una considerable reducción de la capacidad adquisitiva de los asalariados y, por tanto, reducción de la demanda. Los salarios eran en 1977 un 55% del PIB, pero hoy apenas son un 45%. Los salarios van hacia atrás, como los cangrejos. ¡Y eso ha ocurrido en los años de crecimiento económico!

No se pueden pedir sacrificios a quienes ya viven sacrificados


En Madrid capital (más de cinco millones de habitantes), la organización asistencial católica Cáritas atendió el año pasado a casi 110.000 personas: el doble que hace dos años. Proporcionando ayudas imprescindibles para pagar alquileres, evitar desahucios, pagar facturas de luz, agua y gas, comprar alimentos, pañales, leche infantil, medicinas, ropa… Lo esencial; nada de excesos. En total 600.000 más que el año anterior. En el mismo período, Cruz Roja asistió a casi un millón y medio de personas en toda España, de las que medio millón necesitaba ayuda simplemente para comer cada día.



Ante esos datos implacables, pretenden que los “sacrificios dolorosos” reducirán el desempleo. Falso. Vicenç Navarro esclarece que “el origen del paro no está en el mercado de trabajo, sino en la escasa demanda. Y la escasa demanda se debe sobre todo a la excesiva polarización de las rentas en España y Europa. Los salarios han disminuido en la Unión Europea de modo espectacular, mientras las rentas del capital se han incrementado enormemente. Por ejemplo, los costes laborales de 1995 a 2005 aumentaron en España sólo un 3,7%, mientras los beneficios empresariales crecieron en el mismo periodo un 73%”. Casi veinte veces más. Y hablando de recortes y sacrificios, la CEOE (organización de los empresarios españoles) en 2009 no recortó ni un céntimo de gastos fijos y además duplicó su deuda.



Si sólo unos pocos ganan mucho, la demanda de esos pocos nunca alcanzará el volumen de lo que gastaría la mayoría. La reducción o congelación salarial reducen la demanda. Los “sacrificios dolorosos” reducen la demanda.



¿Qué “sacrificios dolorosos” personales asumirán Buzek, Trichet, los gobernadores de los bancos centrales de Europa, los directivos del FMI, los primeros ministros de países con recortes sociales, y los otros mandatarios europeos y dirigentes internacionales (todos excelentemente remunerados) para salir de la crisis?



No se pueden pedir más sacrificios a los sacrificados, sobre todo cuando quien pide sacrificios vive rodeado de privilegios.



El artículo 23 de la Declaración Universal de Derechos Humanos indica que “toda persona tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria, que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana, que será completada, en caso necesario, por cualesquiera otros medios de protección social”.



Es un derecho humano, no vivir por encima de las posibilidades.



Con esos “dolorosos sacrificios” que piden los mandatarios políticos y económicos se cumple la ácida pero lúcida agudeza irónica ilustrada del caricaturista español El Roto: “¡La economía hace agua! ¡Arrojad a la población al mar!”.



Artículo de Xavier Caño Tamayo, periodista y escrito

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